El aliento de la mujer olía a alcohol. Estaba mareada, desorientada y débil, al punto de desmayarse y golpearse la cabeza contra la encimera de la cocina mientras preparaba la comida para sus hijos pequeños.
Sin embargo, no había consumido ni una gota de alcohol, un hecho que tanto ella como su esposo relataron a los médicos durante dos años antes de que alguien les creyera.
«Visitó a su médico de cabecera repetidamente y acudió a urgencias siete veces en dos años», explicó la doctora Rahel Zewude, especialista en Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Toronto.
Los médicos encontraron que sus niveles de alcohol en sangre oscilaban entre 30 y 62 milimoles por litro, cuando el nivel normal es por debajo de 2 milimoles por litro, dijo Zewude.
Niveles de hasta 62 milimoles por litro son extremadamente altos y potencialmente peligrosos, incluso mortales, según Barbara Cordell, presidenta de una asociación de apoyo que investiga el Síndrome de Auto-Cervecería (ABS). Cordell mencionó que muchas personas pueden funcionar con niveles de alcohol en sangre de hasta 30 o 40 milimoles por litro.
«Dijo a los médicos que su religión le prohibía beber y su esposo corroboró que no consumía alcohol», agregó Zewude, quien trató a la mujer y coescribió un informe sobre su caso publicado en la revista Canadian Medical Association Journal.
Finalmente, en su séptima visita a urgencias, un médico consideró la posibilidad del síndrome de fermentación intestinal y la refirió a un especialista.
El Dr. Fahad Malik, gastroenterólogo de United Health Services en Nueva York, quien tiene 30 pacientes con este trastorno, comentó que ser tratado con escepticismo y burla es común para estos pacientes.
El síndrome de fermentación intestinal, una condición rara donde bacterias y hongos en el tracto gastrointestinal convierten carbohidratos en etanol, fue documentado por primera vez en 1946. Desde 1974, solo se han diagnosticado 20 casos en la literatura médica inglesa.
La condición ocurre cuando ciertas especies de bacterias y hongos sobrepueblan el microbioma intestinal, convirtiendo el tracto gastrointestinal en una destilería. La mayoría de los casos se deben a hongos como Saccharomyces y Candida, especialmente cuando las bacterias benéficas son eliminadas por antibióticos.
El tratamiento incluye fungicidas y una dieta extremadamente baja en carbohidratos. En la actualidad, la mujer sigue una dieta estricta tras sufrir una recaída y es crucial que los pacientes mantengan contacto continuo con sus médicos para manejar la enfermedad.
«Tener el apoyo de alguien cercano que conozca los síntomas y sepa actuar es vital», concluyó Zewude.